Hombres buenos de Arturo Pérez-Reverte
Reseña: A fines del siglo XVIII,
dos miembros de la Real Academia Española, reciben el encargo de traer de París una
edición de la famosa Enciclopedia de D’Alemberd y Diderot
El almirante Pedro Zárate y el
bibliotecario Hermógenes Molina son los dos caballeros que se comprometen a
traer los veintiocho tomos de la famosa obra. Otros dos miembros de la ilustre
Academia, movidos por la envidia y la falta de honradez, conspiran contra dicho
propósito y contratan los servicios de un mercenario para que no permita que
los protagonistas cumplan con su misión.
En París ambos emisarios conocerán al abate Bridas, un personaje que
colaborará con ellos y los sorprenderá con sus ideas. Todo tipo de penurias y
contratiempos tendrán que atravesar estos dos amigos para salir airosos y
demostrar que su amistad está por encima de todo, inclusive de los coqueteos
amorosos en los que por un momento se ve envuelto Don Pedro.
Comentario: Si hay algo que rescato de muchos escritores españoles es dejar
plasmado en sus obras ese deseo superador de antinomias por las que, al igual
que en la nuestra, su historia está plagada. Primero lo hallé en la literatura
juvenil de Rosa Huertas, más concretamente, en Mala Luna, y esta vez, la
encuentro acá, en la última novela de Pérez Reverte.
Hombres buenos es un culto a la amistad, según manifiesta el autor,
entre dos hombres de pensamientos opuestos pero que saben rescatar lo mejor del
otro y respetar las diferencias.
Sin embargo, comparten el interés por los nuevos saberes
compendiados en la famosa Enciclopedia francesa. Razón por las cuales se sienten orgullosos de emprender
semejante odisea.
Además de la perspectiva de ese narrador omnisciente que nos va a
relatar la aventura, existe en la estructura de la novela otro narrador (el
propio escritor) que nos ilustra sobre cómo fue construyendo su argumento
además de anticiparnos el camino por el que van a transitar los protagonistas.
Hay, además un plano descriptivo para contextualizar el relato, un
plano narrativo que nos cuenta todas las vicisitudes por las que atraviesan los
personajes y ,finalmente, un plano reflexivo que el autor pone en boca de sus
propios personajes.
En cuanto a los protagonistas, las características físicas y
psicológicas de ambos me llevan a recordar escenas de aquel Don Quijote presto
a combatir por su honor y gallardía y de un Sancho Panza, cargado de tensión, a
la espera de que la contienda no termine con la vida de su compañero.
Don Pedro es alto, delgado, agnóstico y valiente (un posible alter ego
de su creador) mientras que el bibliotecario es bajo, grueso, creyente y por
demás cándido. Un tercer personaje se manifiesta como una figura que no
pasará desapercibido en la historia de Francia, el abate Bridas; ya que recrea a un clérigo real que terminó en la guillotina.
La obra me resultó por demás interesante, transita por los caminos de
la historia, la filosofía, el arte y la cultura de ese siglo XVIII que termina
con la Revolución Francesa.
Su prosa, como es propio de Pérez Reverte, está llena de erudición, de
cultismos, de intertextualidad que por supuesto requiere de un lector atento y
sensible.
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